Desde niño oigo chistes que celebran la viveza e inteligencia de los colombianos. Son cuentos que empiezan diciendo: "Se encuentran un gringo, un ruso, un español y un colombiano y...". El desenlace siempre pone al colombiano por encima de los demás y refuerza nuestra idea de que Dios nos bendijo con un entendimiento superior.
Pues bien, tengo dos malas noticias sobre la perinteligencia colombiana". La primera es que los chistes que nos aplicamos en vanidoso ejercicio son universales y se oyen en el mundo entero con otros protagonistas. La segunda es que es falso que seamos muy inteligentes. Al contrario: una reciente investigación revela que ocupamos un lugar mediocre en la tabla de Coeficiente Intelectual del planeta. Estamos en el puesto 92 de 184 países, empatados con otros 19.
El Coeficiente Intelectual (CI o, en inglés, IQ) es un índice que mide la inteligencia más allá de la ilustración, la educación o las circunstancias inmediatas. Se creó en 1912 y, con retoques y pulimentos, ya forma parte de los datos personales claves, como la edad o el peso. El 68 por ciento de la población clasifica en el rango de 85 y 115 puntos y 100 es el nivel normal. De 125 hacia arriba hablamos de "inteligencias superiores"; Einstein registró 150 y unos pocos genios se acercan a los 200. Por el lado opuesto, de 85 puntos hacia abajo clasifican los cerebros de "nivel más bien inferior"; en 60 empieza la debilidad mental. Pues bien, según el ranking mundial de CI, el promedio colombiano es apenas de 84: "nivel más bien inferior". Los más inteligentes son los de Singapur (108), Surcorea (106), China y Japón (105), Italia (102), Islandia, Mongolia y Suiza (101). En los sótanos, un puñado de naciones africanas: Camerún, Mozambique y Gabón (64) y Guinea Ecuatorial (59).
Los latinoamericanos de mayor CI son uruguayos (96), argentinos (93), chilenos (90), ticos (89), mexicanos (88) y ecuatorianos (88). Colombia está por debajo de todos ellos y de brasileños (87), bolivianos (87), cubanos (85) y peruanos (85). Igualamos a paraguayos, panameños y venezolanos. Superamos a los centroamericanos y empatamos, entre otros, con afganos, jordanos, paquistaníes, marroquíes, ugandeses e isleños raros: vanautúes, micronesios...
Como ya lo sugerían los resultados históricos de las elecciones políticas, nuestra inteligencia invita a un severo ejercicio de humildad. No somos los más brillantes, los más vivos ni los más astutos. Por el contrario, pedaleamos en el pelotón colero. Pero no caigamos en la depresión colectiva, pues el CI calla más de lo que revela. Malcolm Gladwell, cronista y ensayista, arguye en su libro Outliers (Fueras de serie) que para triunfar hacen falta más cosas que CI: oportunidades, suerte, inteligencia práctica, entorno, destrezas y capacidad de comunicación. El CI no mide la imaginación, por ejemplo. En cierta escuela británica pidieron a la alumna con máximo CI que inventara usos para un ladrillo y solo se le ocurrieron dos: arrojarlo y alzar paredes. En cambio, un condiscípulo suyo normalito propuso 22, desde levantar muros hasta emplearlo como pisapapeles.
Lo más importante que debe decirse del CI es que sube con agua potable y proteínas, pues mejora cuando mejoran las condiciones sociales de la población. The Economist cita un estudio que registra el asombroso paralelo entre CI y salud pública: la escala que cifra la presencia de enfermedades infecciosas en un país es inversamente proporcional a la de CI: a más enfermedades, menor coeficiente. He ahí, por fin, una noticia consoladora para los colombianos: somos mucho menos inteligentes de lo que creíamos, pero un cambio social podría empujarnos hacia arriba. El problema es cómo lograr ese desarrollo equitativo que hemos impedido peleando como idiotas desde hace dos siglos.
ESQUIRLAS. 1) A ver con qué disculpa explica Chávez la presencia de los jefes de las Farc en su patio. 2) Tan vergonzosos como el intento de demanda de Íngrid Betancourt al Estado son los epítetos contra ella en los foros de prensa.
Desde hace varios años, el autor del texto recibe comentarios a su columna en
Daniel Samper Pizano
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/danielsamperpizano/y-nos-creiamos-muy-vivos_7812530-1
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