COMUNICADO DE LUZ MARINA "MUMA" GNECCO PLÁ AL DOCTOR RAFAEL PARDO RUEDA, DIRECTOR ÚNICO DEL PARTIDO LIBERAL COLOMBIANO
El ritmo acelerado que ha tomado la sociedad contemporánea globalizada y digital, conectada por las relaciones virtuales que facilitan las tecnologías de la información y la comunicación, ha puesto el afán, lo transitorio y lo rápido como dinámica que determina el ritmo de la vida en todos sus escenarios y hasta se podría decir que hoy, no solo se habla de comida rápida, sino que todo, hasta la vida misma pasa rápido, generando la percepción de que todo es fugaz, perecedero y desechable
La sensación de rapidez con que todo transcurre, pone de manifiesto la necesidad aún en medio de la fugacidad con que todo transcurre, de hacer lo que venimos a hacer al mundo para que la vida no transcurra sin sentido y más bien aportemos la cuota que nos corresponde, para que la humanidad logre los niveles de perfección que cada miembro de la especie debe contribuir a generar. Esto significa que no somos espectadores imparciales de la historia y que todos tenemos compromisos que cumplir no solo para evitar que se detenga, sino para que cada sociedad aporte su cuota de grandeza.
Las actuales condiciones del continente latinoamericano y de cada uno de sus países, reclaman cambios sustanciales en el Estado, en el ejercicio político y en la sociedad, que contribuyan a que con el concurso de todos los actores se construyan nuevos espacios democráticos en donde el desarrollo humano y sustentable, más que un sueño, sea una realidad. Por tanto, nuestras luchas no pueden ser por el país y el departamento que soñamos, sino por el país y departamento que tenemos; y aunque podemos seguir soñando, pues soñar es propio de la naturaleza humana, hay que hacerlo como lo recomendaba nuestro filósofo Rafael Carrillo con los ojos puestos en las estrellas, pero con los pies sobre la tierra.
Esto nos permite afirmar que Colombia y el Cesar no pueden renunciar al desarrollo, que hay necesidad de actuar ya, porque el desarrollo, como empresa de todos, exige actuar con premura, con presteza y con denuedo, pero sin precipitud ni apresuramientos, porque la prisa es enemiga de la perfección y lleva a actuar sin responsabilidad.
Estamos convencidos de que el desarrollo no se conseguirá sin la participación activa de la política, ingrediente de aglutinación de la sociedad, pero necesitamos del ejercicio y primacía de la buena política para producir el buen desarrollo que nuestros pueblos claman con urgencia. El país en general y en particular nuestro departamento del Cesar, han sido escenario y víctima de las malas políticas. Podríamos afirmar sin equívocos que tenemos un déficit de buenas políticas y un superávit de malas políticas, que han generado su desprestigio y la mala fama de quienes ejercen ésta actividad; alejando de ella a mentes preclaras y lúcidas que podrían aportar positivamente a la construcción de sociedad, pero rehúsan ser aparejados con los malos ejemplos que el ejercicio de la política deja al descubierto.
Actitud que ha dejado espacio libre a quienes han oficiado como malos políticos profesionales desplazando a buenos profesionales de la política; tendencia que ha configurado estructuras de mala gobernabilidad y facilitado la entronización de fuerzas y grupos aciagos, nefastos y funestos en los diferentes espacios de poder y en las instancias del Estado, con las consecuencias que todo el país ha visto ocurrir. Eso sucede cuando los buenos desisten de actuar, dejando espacio a los otros. Gandhi decía que no le preocupaba tanto la maldad de los malos, sino la indiferencia de los buenos.
La mala gobernabilidad es la matriz de la brecha del desarrollo, no solo de el Cesar y Colombia, sino en general en América Latina, así que podemos afirmar sin preocupación de equivocarnos, que la razón de la ampliación estructural de la brecha del desarrollo en nuestro continente, tiene sus raíces más profundas en la mala gobernabilidad que registra la región.
Entendemos la gobernabilidad como el conjunto de relaciones, reglas y procedimientos a través de los cuales los actores estratégicos y organizaciones de un determinado sistema social y político, resuelven sus conflictos y diferencias y toman decisiones de autoridad sobre sus intereses vitales en el marco de la legitimidad institucional. Y este marco conceptual permite a ustedes entender las relaciones de gobernabilidad que se han impuesto en nuestro medio.
La construcción de una nueva gobernabilidad exige cambios, rupturas, transformaciones, alteración del statu quo, para convertir las malas políticas en buenas política, y esto no puede ser compromiso exclusivo de la élite política; esa actitud de cambio no va a ser entendida por muchos actores que tratarán oponerse y resistirse a ellos y a pedir la continuidad de los procesos viciados, para poder mantener las estructuras que favorecen sus intereses creados. En esto es indispensable la intervención y participación activa de la sociedad civil con sus estructuras y organizaciones legítimas, con sus imaginarios, sus actores, sus fuerzas y sus escenarios. Porque las malas políticas no se corrigen con medidas paliativas y remedios atenuantes, sino con buenas políticas. Y un buen ejercicio político, necesario para el buen desarrollo de la buena política, no es viable sin la participación proactiva de la sociedad civil.
Para nadie es un misterio que el panorama de ingobernabilidad que se vivió en el pasado reciente en el país, con particulares y excepcionales características en El Cesar, generó unas condiciones deplorables de aplastamiento de todo tipo de derecho, con gestos y acciones que son una vergüenza para la especie humana, todo ello al amparo de una autoridad pusilánime, usurpada por fuerzas emergentes que dieron al traste con la legalidad y la legitimidad de la autoridad del Estado, poniendo en entredicho la Democracia y el Estado Social de Derecho.
Frente a éste panorama, me ha correspondido liderar en unión de un grupo de cesarenses de bien, un esfuerzo para ser protagonista en el proceso de transformación de nuestra realidad, en un momento coyuntural de mucha trascendencia para nuestra historia. Y como es lógico, nos ha correspondido romper estructuras, interrumpir procesos maléficos, quebrantar estructuras contrarias a la legalidad, hasta el punto de que muchos sectores tradicionales se han incomodado y sentido que les estamos pisando los callos. No es nuestra intención incomodar, pero todo cambio genera malestar y esto lo hemos hecho asumiendo una postura moralmente sólida y legalmente responsable desde la verdad, sin persecución a nadie, pero eso sí, desde la convicción propia sin temores ni espantos.
¿Qué queremos? Sacar la cara por el Cesar. Podría sonar arrogante, pero nos hemos preparado toda una vida desde la actitud fundante de valores y principios incorrompibles como para para asumir este rol. Duele el vacío vergonzoso que han dejado en los últimos años nuestros Congresistas. No se siente la voz del Cesar. En la Galería popular de Valledupar alguien llegó a decir que daría un premio al ciudadano que fuera capaz de anunciar alguna obra o gestión conseguida por un parlamentario nuestro o doble premio al que señalará al menos un debate liderado por un congresista cesarense. Silencios de ignorancia o de complicidad? No sabemos. Pero silencios. Cero discrepancias o advertencias argumentales a la agenda oficial del Gobierno. Eso sí punteros en la tabla de inasistencia y en general punteros en la indiferencia frente a los graves problemas del país que en buena medida son espejo de las crudas realidades cesarenses. Queremos recuperar en el Congreso los espacios perdidos. Queremos que Colombia conozca la voz de una cesarense que conoce y reconoce los problemas del Cesar, pero que además es capaz de conectarlos con la agenda del país y las prioridades de los colombianos, particularmente en la Agenda Social de Colombia que es sin lugar a dudas la gran deuda y el principal rezago del actual gobierno nacional. Queremos que Colombia y el mundo vuelvan a mirar al Cesar como tierra de oportunidades, eso sí, desde sus realidades y la fuerte intervención de acompañamiento y coadyuvancia que debe adelantar el gobierno central en conjunto con el gobierno departamental y los municipios. Esa intersección, ese monitoreo, seguimiento, gestión y evaluación es lo que quiero hacer en el Congreso.
¿Quiénes lo haremos? Hemos constituido en los últimos años un equipo de alto perfil profesional y comunitario que conoce y ha estudiado el conjunto de realidades del departamento del Cesar. Dirigentes cansados de las prácticas convencionalmente corruptas y politiqueras, académicos, investigadores sociales, líderes de diferentes estamentos sociales, afrodescendientes, indígenas, sindicales, gestores culturales, madres cabeza de hogar y otras expresiones organizadas de la comunidad. Un equipo de decidimos ponernos las gafas para ver mejor la realidad del Cesar, y que entendimos que unidos somos más y porque los buenos somos más. Nuestra consigan es trabajar con la gente y no a través de la gente como lo hacen sin consideración ni escrúpulos las mafias electorales que ya prendieron motores en nuestro departamento.
¿Cómo lo haremos? Con toda responsabilidad moral e intelectual. Proponiendo una Agenda Legislativa que se parezca a la realidad del Cesar y que se conecte con la realidad nacional que se debe discutir en el seno del Congreso: Regalías-escalonamiento, Salud, Sisbén, Educación y todos aquellos temas como Agro ingreso Seguro, que aunque se han salvado de la Moción de Censura del Congreso no se salvarán de la Moción Cívica de la ciudadanía. Trabajaremos como lo hemos hecho hasta ahora, con Unidades de Investigación, equipos de seguimiento para el Control Político nacional y regional. Fortaleceremos las Redes de Veedurías, y aquellas organizaciones que emergen como centinelas de la Etica Gubernamental, la Transparencia y la Moralidad Pública. Sólo con un equipo decente, un método y una estrategia decente, se puede hacer política decente. Impulsaremos la Rendición de Cuentas en todos los niveles, empezando por los Congresistas. No tiene perdón de Dios que los mudos, sordos, huérfanos de ideas, con el carácter hipotecado para hacer debates, sin ninguna realización, sin gestión ni resultados, ahora vuelvan a aspirar muy orondos como si nada. Por lo menos conmigo pasarán al tablero.
¿Por qué lo haremos? Porque es urgente y necesario. Está claro que los espacios que no ocupemos desde la decencia y la legalidad, los ocuparán los maleantes y la propia ilegalidad que se ha tomado la política en el país y especialmente en el Cesar. Porque el Cesar tienen que sentirse en el Congreso, Porque el Cesar debe volver a hablarle al país. Porque no es justo que Colombia y el mundo asuman que en nuestro departamento los Congresistas no existen. Porque ya el Cesar no resiste más escándalos y señalamientos vergonzosos por cuenta de unos pocos que nos han hecho quedar mal y que en actitud arrogante y de sevicia politiquera quieren volver a aspirar. Nosotros tenemos que atravesarnos e imponer una nueva forma de hacer política; política decente.
LUZ MARINA GNECCO PLÁ
Militante Partido Liberal Colombiano
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