¿QUIÉN ES PARA MÍ PIEDAD ESNEDA CÓRDOBA RUÍZ?
Hasta el día 12 de diciembre de 2009, fecha en la cual se celebró el IV Congreso Liberal no conocía yo a Piedad Córdoba. Obviamente que sabía de ella porque es uno de los pocos reconocidos personajes políticos de éste país, porque es una mujer controversial, de ideas propias y con una trayectoria y un futuro prominente, ya que es un hecho notorio que no vino a éste mundo a pasar inadvertida, pero además de lo que todos los colombianos veían y leían sobre ella, nada más sabía.
Lo cierto es que siempre quise conocerla y que siempre desee intercambiar opiniones con ella, porque muchas veces que escuchaba sus interlocuciones me sentía identificada y porque esa personalidad arrolladora, que me recordaba a la de mi madre, me llamaba poderosamente la atención.
Fue así como el 12 de diciembre, en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada intenté en varias oportunidades acercarme a ella para presentarme, pero la multitud me lo impedía, por lo que opté por tomarle una foto con mi celular desde lo más cerca que pude. A media tarde me dice mi gran amigo “el Agraciado” que Piedad ofrecía un coctel en un hotel de la ciudad y que estábamos invitados.
Cuando llegamos al coctel, nos dirigimos al salón donde se llevaba a cabo el evento y ya la veo, rodeada de personas y con micrófono en mano saludando a todos por su nombre. Al ver al Agraciado lo saludó afectuosamente y él, detrás de ella le dijo mi nombre que por primera vez saldría de su voz. Poco y nada hablé con ella ese día, solamente llegué a presentarme, a pedirle una foto juntas y me prometió no olvidar mi nombre, como efectivamente ha cumplido.
El Agraciado le dijo ese día sobre mis aspiraciones a la Cámara de Representantes por el Cesar y ella se comprometió a ayudarme para la consecución del aval de nuestro partido. Pensé que se trataba de un decir, de algo para salir del paso, pero el tiempo, el corto tiempo me ha demostrado, que es ella una mujer de palabra y de hechos reales.
Inicia así una relación de amistad y de ideas que tengo la certeza será hasta después de la muerte, porque cada día confirmo más y más esa empatía, esa identidad que nos une y ese afán por cambiar a nuestro país y de dirigirlo hacia uno más equitativo, más justo, más ético. Desde entonces nos hemos reunido en muchas ocasiones y en diferentes puntos y su apoyo a mí persona y a mi candidatura la ha validado con sus intervenciones en diferentes lugares del país, en diferentes escenarios y ante diferentes medios de comunicación. Jamás olvidaré éste gesto de confianza y apoyo, jamás dejaré de agradecer tanta bondad de su parte.
Pero a raíz de ésta nueva pero profunda amistad surgen insultos, agravios, cuestionamientos por parte de personas amigas hacia mí, y es por ello por lo que decido escribir esta nota, porque sé que quienes pueden o creen tener el derecho de cuestionar mi alianza con Piedad Córdoba no la conocen en absoluto.
Para empezar Piedad Córdoba no es, por su misión en ésta vida, monedita de oro para caerle bien a todo el mundo; es más, ella es una piedra en el zapato para muchos, pero no una piedra en el zapato para las clases populares para las cuales trabaja a sol y a sombra y sin descanso, sino para quienes están acostumbrados a hacer y a deshacer en nuestro país sin que nadie les cuestione nada. Es por ello que el actual gobierno y muchos medios de comunicación se han encargado de estigmatizarla, de vituperarla, de calumniarla y de intentar excluirla de entre los personajes más destacados y notorios de éste país, porque saben que a ella no la van a callar con contratos, ni la van a apartar del escenario político nacional, ni van a cambiar sus ideales liberales de izquierda, porque es una mujer que actúa de frente, con voz alta y enérgica, con convicción, con sentido de pertenencia y con mucho amor.
Es así como hemos comprobado el manejo mediático de algunos medios de comunicación, cuando publican noticias con titulares escabrosos y colocan al lado del titular su fotografía, sin que siquiera su nombre tenga nada que ver con la noticia y sin que su nombre sea mencionado en la noticia. Pero como es éste un país donde la gente no lee, con ver nada más un titular y una foto, debido a la memoria visual predominante, asumen que ella está en todo.
El principal, más no único afán de Piedad Córdoba es la paz. Mal han hecho los medios, auspiciados por el gobierno de encasillarla pura y exclusivamente con la guerrilla de las FARC, porque si bien es cierto que ella lucha a diario para la liberación de los secuestrados, también es cierto que la paz no tiene color, ni distingo o ideología política, y es por ello que también se ha reunido y ha escuchado en reiteradas ocasiones con los jefes máximos del paramilitarismo extraditados a Estados Unidos. Pero al gobierno no le conviene que esto se sepa, porque para seguir el juego de poder que tiene, es necesario crearle una imagen negativa para la mayoría de los colombianos; además, porque haciendo ella uso de su libertad y de su raciocinio, lo que ella pueda escuchar de esos jefes paramilitares es posiblemente lo que el gobierno no quiere se sepa en Colombia y en el mundo entero y que justifique la tan abrupta e inesperada extradición de los mismos.
Y como saben que a ella no la calla nadie mientras diga la verdad y mientras vaya tras la verdad y la paz, pues es apenas lógico que teman, que la sientan como una amenaza, que la sigan, que le intercepten llamadas, que le hackeen sus correos electrónicos, que se preocupen por conocer sus bases de datos, que atenten contra sus libertades y que se convierta en el mayor dolor de cabeza del Presidente, aunque ella ni se acuerde de él. Pero entre cielo y tierra no hay nada oculto y hagan lo que hagan, la verdad saldrá a la luz más temprano que tarde.
Han tratado también de encasillarla y de cuestionarla por su amistad con Chávez. Nadie puede desconocer que Hugo Chávez es el presidente de Venezuela y que es Venezuela, además de nuestro hermano, nuestro mercado natural. Las malas relaciones que últimamente hemos tenido con éste país han deteriorado relaciones comerciales históricas, perjudicando así a miles de colombianos y venezolanos que viven del comercio y por ende, minimizando las posibilidades de un mejor nivel de calidad de vida e incrementando el desempleo y la inseguridad. Pues por lo menos para los Departamentos limítrofes o fronterizos del Cesar y de La Guajira, la amistad de Piedad Córdoba con Hugo Chávez es una fortaleza que necesitamos, ya que con la soberbia del gobierno los problemas no se solucionan sino que más bien se agudizan y nosotros necesitamos y exigimos soluciones a plazo inmediato. Si esas soluciones pueden llegar por intermedio de Piedad Córdoba, pues entonces bienvenida Piedad Córdoba al departamento del Cesar y de La Guajira, aquí sí valoramos cualquier esfuerzo que usted pueda hacer por nosotros.
Cuando uno ve a personajes tan famosos, tan reconocidos, tan polémicos, tan controversiales y controvertidos, piensa que son inaccesibles a los ciudadanos del común. Y es quizá esto lo que más me ha llamado la atención de Piedad Córdoba. Si bien es cierto que admiro su inteligencia, su sensibilidad social, su perseverancia, su ideología puramente Gaitanista, su admiración e inspiración en nuestros héroes patrios como Policarpa Salavarrieta y María Cano, el que sea una luchadora infatigable, el que se haga oír, el que sea incorruptible, el que enfrente cualquier situación con altura y en un lenguaje accesible a todo oído, el que no mienta ni engañe, el que sea una excelente oradora que cautiva a quienes la escuchan y sobre todo, que sea una mujer que resuelve, que encuentra soluciones inmediatas a cada problema y las ejecuta sin vacilación; también es cierto que lo más hermoso que tiene Piedad y que quizá pocos conocen es su parte humana, su humanidad toda, su corazón, sus sentimientos nobles y buenos; y descubrir que todo lo demás le vino por añadidura.
Piedad Córdoba, al igual que muchas mujeres colombianas desempeña varios roles y todos con altura y dignidad. He visto a una Piedad mujer, accesible no sólo a sus más allegados, sino también al pueblo raso que duda al verla si realmente se trata de ella o de una imitación. Es un ser humano que se duele del dolor ajeno, que ríe, que llora, que canta, que baila y que siente como pocos hoy día, o por lo menos frente a los demás. Es una mujer espontánea, natural, una ama de casa, una madre, una abuela tierna y una gran amiga, de esas que ya casi no existen, de esas que son hilo hasta el carreto. Me ha gustado conocer a Piedad, porque sé que estoy al lado de un extraordinario ser humano.
Es Piedad Esneda Córdoba Ruíz una mujer de hierro frente a los problemas del país, pero también un ser humano sensible al dolor de nuestras gentes. Eso me gusta de Piedad, de ahí que cada día me sienta más identificada con ella, de ahí que desee yo estar a su lado para aprenderle, para acompañarla, para que sepa que en esta lucha política hacia un país nuevo no está sola, que somos muchos los colombianos que creemos en ella, en sus ideas, en su fuerza y en la consecución de la paz perdurable y que tenemos la certeza que sólo ella será capaz de lograrla. Ojalá todos los colombianos conociesen a la verdadera Piedad que yo estoy viendo y conociendo y que cada día me sorprende con nuevas cosas.
Para quienes me conocen saben que no soy mujer de rendirle pleitesía a nadie, pero también saben que soy una mujer justa o que por lo menos intento serlo. Este escrito no lo hago para alabar a Piedad ni para ganar ningún favor con ella, porque ella ha creído en mí sólo por lo que ha visto. El único propósito de éste escrito es porque deseo compartir con todos ustedes lo que he descubierto en ella y que deseo todos vean de primera mano; porque a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar. Por ello los invito a conocerla, a no dejarse llevar por prejuicios o por percepciones de otros, y a darle la oportunidad de desarrollar a plenitud el papel protagónico que vino a cumplir en nuestra patria, porque Piedad Córdoba no es solamente quien logrará la paz en éste país, sino que también será la próxima Presidente y primera mujer Presidente de Colombia.
Luz Marina Gnecco Plá
Hasta el día 12 de diciembre de 2009, fecha en la cual se celebró el IV Congreso Liberal no conocía yo a Piedad Córdoba. Obviamente que sabía de ella porque es uno de los pocos reconocidos personajes políticos de éste país, porque es una mujer controversial, de ideas propias y con una trayectoria y un futuro prominente, ya que es un hecho notorio que no vino a éste mundo a pasar inadvertida, pero además de lo que todos los colombianos veían y leían sobre ella, nada más sabía.
Lo cierto es que siempre quise conocerla y que siempre desee intercambiar opiniones con ella, porque muchas veces que escuchaba sus interlocuciones me sentía identificada y porque esa personalidad arrolladora, que me recordaba a la de mi madre, me llamaba poderosamente la atención.
Fue así como el 12 de diciembre, en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada intenté en varias oportunidades acercarme a ella para presentarme, pero la multitud me lo impedía, por lo que opté por tomarle una foto con mi celular desde lo más cerca que pude. A media tarde me dice mi gran amigo “el Agraciado” que Piedad ofrecía un coctel en un hotel de la ciudad y que estábamos invitados.
Cuando llegamos al coctel, nos dirigimos al salón donde se llevaba a cabo el evento y ya la veo, rodeada de personas y con micrófono en mano saludando a todos por su nombre. Al ver al Agraciado lo saludó afectuosamente y él, detrás de ella le dijo mi nombre que por primera vez saldría de su voz. Poco y nada hablé con ella ese día, solamente llegué a presentarme, a pedirle una foto juntas y me prometió no olvidar mi nombre, como efectivamente ha cumplido.
El Agraciado le dijo ese día sobre mis aspiraciones a la Cámara de Representantes por el Cesar y ella se comprometió a ayudarme para la consecución del aval de nuestro partido. Pensé que se trataba de un decir, de algo para salir del paso, pero el tiempo, el corto tiempo me ha demostrado, que es ella una mujer de palabra y de hechos reales.
Inicia así una relación de amistad y de ideas que tengo la certeza será hasta después de la muerte, porque cada día confirmo más y más esa empatía, esa identidad que nos une y ese afán por cambiar a nuestro país y de dirigirlo hacia uno más equitativo, más justo, más ético. Desde entonces nos hemos reunido en muchas ocasiones y en diferentes puntos y su apoyo a mí persona y a mi candidatura la ha validado con sus intervenciones en diferentes lugares del país, en diferentes escenarios y ante diferentes medios de comunicación. Jamás olvidaré éste gesto de confianza y apoyo, jamás dejaré de agradecer tanta bondad de su parte.
Pero a raíz de ésta nueva pero profunda amistad surgen insultos, agravios, cuestionamientos por parte de personas amigas hacia mí, y es por ello por lo que decido escribir esta nota, porque sé que quienes pueden o creen tener el derecho de cuestionar mi alianza con Piedad Córdoba no la conocen en absoluto.
Para empezar Piedad Córdoba no es, por su misión en ésta vida, monedita de oro para caerle bien a todo el mundo; es más, ella es una piedra en el zapato para muchos, pero no una piedra en el zapato para las clases populares para las cuales trabaja a sol y a sombra y sin descanso, sino para quienes están acostumbrados a hacer y a deshacer en nuestro país sin que nadie les cuestione nada. Es por ello que el actual gobierno y muchos medios de comunicación se han encargado de estigmatizarla, de vituperarla, de calumniarla y de intentar excluirla de entre los personajes más destacados y notorios de éste país, porque saben que a ella no la van a callar con contratos, ni la van a apartar del escenario político nacional, ni van a cambiar sus ideales liberales de izquierda, porque es una mujer que actúa de frente, con voz alta y enérgica, con convicción, con sentido de pertenencia y con mucho amor.
Es así como hemos comprobado el manejo mediático de algunos medios de comunicación, cuando publican noticias con titulares escabrosos y colocan al lado del titular su fotografía, sin que siquiera su nombre tenga nada que ver con la noticia y sin que su nombre sea mencionado en la noticia. Pero como es éste un país donde la gente no lee, con ver nada más un titular y una foto, debido a la memoria visual predominante, asumen que ella está en todo.
El principal, más no único afán de Piedad Córdoba es la paz. Mal han hecho los medios, auspiciados por el gobierno de encasillarla pura y exclusivamente con la guerrilla de las FARC, porque si bien es cierto que ella lucha a diario para la liberación de los secuestrados, también es cierto que la paz no tiene color, ni distingo o ideología política, y es por ello que también se ha reunido y ha escuchado en reiteradas ocasiones con los jefes máximos del paramilitarismo extraditados a Estados Unidos. Pero al gobierno no le conviene que esto se sepa, porque para seguir el juego de poder que tiene, es necesario crearle una imagen negativa para la mayoría de los colombianos; además, porque haciendo ella uso de su libertad y de su raciocinio, lo que ella pueda escuchar de esos jefes paramilitares es posiblemente lo que el gobierno no quiere se sepa en Colombia y en el mundo entero y que justifique la tan abrupta e inesperada extradición de los mismos.
Y como saben que a ella no la calla nadie mientras diga la verdad y mientras vaya tras la verdad y la paz, pues es apenas lógico que teman, que la sientan como una amenaza, que la sigan, que le intercepten llamadas, que le hackeen sus correos electrónicos, que se preocupen por conocer sus bases de datos, que atenten contra sus libertades y que se convierta en el mayor dolor de cabeza del Presidente, aunque ella ni se acuerde de él. Pero entre cielo y tierra no hay nada oculto y hagan lo que hagan, la verdad saldrá a la luz más temprano que tarde.
Han tratado también de encasillarla y de cuestionarla por su amistad con Chávez. Nadie puede desconocer que Hugo Chávez es el presidente de Venezuela y que es Venezuela, además de nuestro hermano, nuestro mercado natural. Las malas relaciones que últimamente hemos tenido con éste país han deteriorado relaciones comerciales históricas, perjudicando así a miles de colombianos y venezolanos que viven del comercio y por ende, minimizando las posibilidades de un mejor nivel de calidad de vida e incrementando el desempleo y la inseguridad. Pues por lo menos para los Departamentos limítrofes o fronterizos del Cesar y de La Guajira, la amistad de Piedad Córdoba con Hugo Chávez es una fortaleza que necesitamos, ya que con la soberbia del gobierno los problemas no se solucionan sino que más bien se agudizan y nosotros necesitamos y exigimos soluciones a plazo inmediato. Si esas soluciones pueden llegar por intermedio de Piedad Córdoba, pues entonces bienvenida Piedad Córdoba al departamento del Cesar y de La Guajira, aquí sí valoramos cualquier esfuerzo que usted pueda hacer por nosotros.
Cuando uno ve a personajes tan famosos, tan reconocidos, tan polémicos, tan controversiales y controvertidos, piensa que son inaccesibles a los ciudadanos del común. Y es quizá esto lo que más me ha llamado la atención de Piedad Córdoba. Si bien es cierto que admiro su inteligencia, su sensibilidad social, su perseverancia, su ideología puramente Gaitanista, su admiración e inspiración en nuestros héroes patrios como Policarpa Salavarrieta y María Cano, el que sea una luchadora infatigable, el que se haga oír, el que sea incorruptible, el que enfrente cualquier situación con altura y en un lenguaje accesible a todo oído, el que no mienta ni engañe, el que sea una excelente oradora que cautiva a quienes la escuchan y sobre todo, que sea una mujer que resuelve, que encuentra soluciones inmediatas a cada problema y las ejecuta sin vacilación; también es cierto que lo más hermoso que tiene Piedad y que quizá pocos conocen es su parte humana, su humanidad toda, su corazón, sus sentimientos nobles y buenos; y descubrir que todo lo demás le vino por añadidura.
Piedad Córdoba, al igual que muchas mujeres colombianas desempeña varios roles y todos con altura y dignidad. He visto a una Piedad mujer, accesible no sólo a sus más allegados, sino también al pueblo raso que duda al verla si realmente se trata de ella o de una imitación. Es un ser humano que se duele del dolor ajeno, que ríe, que llora, que canta, que baila y que siente como pocos hoy día, o por lo menos frente a los demás. Es una mujer espontánea, natural, una ama de casa, una madre, una abuela tierna y una gran amiga, de esas que ya casi no existen, de esas que son hilo hasta el carreto. Me ha gustado conocer a Piedad, porque sé que estoy al lado de un extraordinario ser humano.
Es Piedad Esneda Córdoba Ruíz una mujer de hierro frente a los problemas del país, pero también un ser humano sensible al dolor de nuestras gentes. Eso me gusta de Piedad, de ahí que cada día me sienta más identificada con ella, de ahí que desee yo estar a su lado para aprenderle, para acompañarla, para que sepa que en esta lucha política hacia un país nuevo no está sola, que somos muchos los colombianos que creemos en ella, en sus ideas, en su fuerza y en la consecución de la paz perdurable y que tenemos la certeza que sólo ella será capaz de lograrla. Ojalá todos los colombianos conociesen a la verdadera Piedad que yo estoy viendo y conociendo y que cada día me sorprende con nuevas cosas.
Para quienes me conocen saben que no soy mujer de rendirle pleitesía a nadie, pero también saben que soy una mujer justa o que por lo menos intento serlo. Este escrito no lo hago para alabar a Piedad ni para ganar ningún favor con ella, porque ella ha creído en mí sólo por lo que ha visto. El único propósito de éste escrito es porque deseo compartir con todos ustedes lo que he descubierto en ella y que deseo todos vean de primera mano; porque a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar. Por ello los invito a conocerla, a no dejarse llevar por prejuicios o por percepciones de otros, y a darle la oportunidad de desarrollar a plenitud el papel protagónico que vino a cumplir en nuestra patria, porque Piedad Córdoba no es solamente quien logrará la paz en éste país, sino que también será la próxima Presidente y primera mujer Presidente de Colombia.
Luz Marina Gnecco Plá
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